Un día como hoy me gustaría volver a nacer.
El cambio de sensaciones sería tan drástico que me costaría acostumbrarme a tocar el suelo con los pies. El aire tendría diferentes matices, menos densidad y más calidez.
Los colores empezarían a ser más brillantes y los sonidos más o menos armónicos.
Aprendería a vestirme de silencios y a maquillarme con miradas, a pensar con los pies y a escuchar con el corazón, a intuir sombras a plena luz del día y a ver reflejos en noche cerrada; a nadar montañas y a escalar mares, a leer canciones y a escuchar poemas…
Aprendería a ser…
A partir de ese día, un día como hoy, comprendería que la carencia de significado de las palabras se llena con silencios cómplices y que los muros que pensamos nos bloquean sólo son altos si se miran desde abajo, que el tiempo es relativo y la ecuación para determinarlo es muy simple (“quién”, “cómo” “dónde” y me sobran dos factores)
Comenzaría a ser un poco más humana y menos animal (o viceversa)…será el día, un día como hoy, en el que tenga origen algo sin horizonte que me hará reír en sí bemol y llorar sonrisas…y se llamará…felicidad…
Los colores empezarían a ser más brillantes y los sonidos más o menos armónicos.
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